Por Hugo Martoccia
Con las diputaciones plurinominales ya resueltas por el Instituto Electoral de Quintana Roo, se confirmó que el lopezobradorismo tendrá una mayoría sólida de 14 diputados en la próxima legislatura, pero que no alcanzará la mayoría calificada.
El próximo paso del oficialismo estatal, entonces, será ver cómo puede quebrar ese bloque lopezobradorista, o negociar con ellos, al menos para el inicio de la legislatura, que es cuando los diputados se ponen de acuerdo en la forma en que se distribuirán las diversas comisiones.
Lo que se buscará es lo que ya ha sucedido en la actual Legislatura. En septiembre de 2016, el oficialismo estatal, que conformaban PAN y PRD, llegó al reparto de comisiones con sólo 9 de 25 diputados.
Sin embargo, operó para romper la mayoría que en aquel momento conformaban Verde, PRI y Panal, así logró quedarse con la Gran Comisión, que es el máximo órgano de dirección del Congreso, y también con las principales comisiones.
O sea, fue minoría electoral, pero terminó convertido en mayoría legislativa.
Algo así es el plan que ahora se prepara en el oficialismo para que, a pesar que el morenismo tenga mayoría, lograr poner a sus principales referentes en las comisiones donde se deciden las cosas más importantes en el Congreso.
Pero uno de los puntos que hay que tomar en cuenta es que la próxima Legislatura tendrá, sin embargo, un cambio de fondo, que es la desaparición de la Gran Comisión por una Junta de Coordinación Política.
Esta Junta tiene como uno de sus principales puntos que tiene una presidencia rotativa entre las tres principales bancadas del Congreso, mientras la Gran Comisión era una presidencia permanente.
Eso significa que está Junta será presidida un año por MORENA, otro por el PAN y otro el Partido Verde, sin posibilidad de cambio.
Entonces, lo que le queda al oficialismo para equilibrar las fuerzas, es intentar que sus principales figuras queden a cargo de las comisiones mas importantes, por donde pasan los asuntos fuertes del Congreso, por ejemplo, las principales reformas legales, los juicios políticos, o las cuentas públicas.
Pero para eso necesitara, en algún momento, o una negociación con el morenismo, o simplemente quebrar el bloque.
Habrá que ver si puede hacerlo, o si el gobernador Carlos Joaquín deberá convivir en la última mitad de su sexenio con una legislatura hostil.
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