Por Celina Izquierdo
Mi intención al hacer esta colaboración es generar reflexión sobre temas que, pudiendo ser ancestrales requieren de herramientas nuevas para ser abordados, pienso que el desarrollo de nuevos procesos y ópticas quizá nos sirva justamente para ir encontrando soluciones que la humanidad no ha construido, aun.
Propongo abordar este movimiento mundial y nacional de me too desde una óptica individual, personal, por esta ocasión. Y respondernos: no si otros, si aquellas, si las de más allá y tal o cual, , si en nuestra vida personal, en nuestro ámbito cercano en la familia hemos encontrado, sabido o enfrentado del acoso y al hostigamiento y qué implica ello.
Para hacer esta colaboración me puse a hacer una relación de este tipo de casos que he conocido, de personas relativamente cercanas, y traté de hacer memoria de hace muchos muchos años, los más que pude, conté 46. 46 casos de mujeres de diferentes edades y condiciones que lo vivieron, en ningún caso se llego a la judicialización. Empiezo por mi abuelo que, ahora sé hostigaba y acosaba a la trabajadora de la casa y toda la familia lo sabía. No hicimos nada, yo porque era muy chica, otras porque eran sus hijas, los hombres decían: ayyy mi abuelo o ayyy mi papá, como no aprobando pero no reprobado del todo. Y así me sigo en la época que iba a la secundaria, el maestro de física, lo recuerdo perfectamente (conste que estudiaba en una escuela de monjas), le llamábamos sálvese quien pueda. Y en la universidad y en…. La cuenta es larga. En un taller sobre el tema 8 mujeres levantaron la mano, es señal de que habían vivido hostigamiento. 46 casos en los que no se hizo nada, incluso ni reprobar socialmente el tema, porque quedó en lo obscurito.
No tengo elemento para dudar de ninguno de estos caso, no había par qué inventar algo como eso.
Por eso opto de principio por no duda por reconocer que eso sucedió en mi ámbito cercano cercana a mí, que no pude, o no estaba en condiciones de hacer prácticamente nada.
Por eso cuando el movimiento me too estalla, leo, hasta donde puedo, analizo hasta donde llega la información, y creo, sobre todo creo que esto debe cambiar, que ninguno de las 46 casos aunque hubieran querido judicializarlo, la respuesta hubiera sido: no creerles, tacharlas de provocadoras, o como le dijeron a una que si se atrevió a intentar denunciar: señorita, pero no la violaron ¿verdad? Entonces no hay manera de probar que la querían violar.
Quizá mi cuenta es larga porque soy mujer, porque entre nosotras nos contamos estas cosas, primero como duda, luego como certeza, luego con un coraje que se nos queda atorado. Le pregunté a mi esposo, y él también supo de casos, que tampoco se judicializaron, pero supo de menos que yo. Hasta ahora estas cosas, se quedaban entre mujeres.
Mi propuesta es solo una: haga la cuenta de cuántos casos tiene o tuvo cerca, cuántos se judicializaron, de cuántos duda, cuántos aunque no tenga las evidencias, pudieron ser ciertos.
Yo creo que por cada una que dijo a mí también, hay cientos que no lo han dicho, pero también creo que con poca o mucha resistencia esto va a cambiar, lo creo.
Vaya bien.
Nos escuchamos el próximo miércoles.
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