Por Adriana Varillas
No es la primera vez que el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, parece desinformado sobre los temas que le son planteados o que incluso él mismo aborda.
Quizá el ejemplo más claro fue cuando intentó refutar al periodista, Jorge Ramos, las cifras oficiales sobre el número de homicidios dolosos y su escalada en el país, con “otros datos”, los suyos, no siempre apegados a la realidad.
La semana pasada me preguntaba si alguien lo enteró adecuadamente de los trámites que su gobierno está obligado a seguir para obtener la autorización de impacto ambiental para el proyecto del nuevo Aeropuerto Internacional en Santa Lucía o si sigue engañado pensando que devastar manglares y vegetación para la construcción de la refinería de Dos Bocas, no fue un delito ambiental.
Ayer, al escucharlo en su “mañanera”, nuevamente me surgieron dudas sobre la calidad de información que recibe de su gabinete, en este caso sobre el sargazo que recala masivamente en el Caribe Mexicano.
López Obrador repitió varias veces que “ayudará” al gobierno de Quintana Roo a enfrentar el fenómeno, como si desconociera que no se trata de “echarle la mano” al estado, sino de asumir su obligación legal, porque el tema se encuentra también y, principalmente, en la esfera de competencia federal, no local.
Me preocupó que, desde hace un año, quien se perfilaba para ser su secretario de Turismo, Miguel Torruco, aseguraba que tenían en el radar el problema, que entendían que era de proporciones mayúsculas y de impactos claros, evidentes y descomunales en términos ambientales, económicos y turísticos, pero es hasta este año cuando apenas van a diseñar un plan, una estrategia.
Entiendo que hace un año no eran gobierno, que a partir del dos de julio en que triunfaron, tampoco, pero es muy claro que tuvieron cinco meses para diseñar una estrategia, empaparse en el tema e involucrarse para definir presupuesto y acciones, que en ninguno de los casos, existen ahora.
El dinero no se ha definido y ni siquiera está claro qué dependencia es la responsable de conducir los esfuerzos para atender el asunto, que supuestamente estaba coordinado por la Semarnat, a través de una comisión interinstitucional.
Sin embargo, en marzo pasado Sectur pareció tomar la batuta, luego Fonatur se presentó como el ente a cargo; y la semana pasada, una serie de declaraciones cruzadas hablaron de que sería Protección Civil y hasta la Cancillería.
En ese mar de indefiniciones, el sargazo ya está encima de las playas y lo único claro es que a nivel federal no hay estrategia concreta, coordinación eficaz y mucho menos una fuente de recursos asignada.
López Obrador adelantó que hoy sostendría una reunión con el Fonatur, empresarios locales y con el gobernador del estado, Carlos Joaquín González, para ver “cómo ayudar”.
Ojalá alguien le deje en claro que está obligado a responder, porque él mismo tiene clara y así lo expresó, la importancia de la región en términos de derrama económica y generación de empleo.
No lo mencionó, pero ojalá que también alguien le informe que en términos ambientales, está en juego la porción mexicana del segundo arrecife de coral más grande del mundo.
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