AMLO, la visita al paraíso que se desbarata

Por Adriana Varillas

El presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, estará en Quintana Roo en próximos días. Tulum, Playa del Carmen y Cancún, serán sus paradas en el Caribe Mexicano.

La senadora, Marybel Villegas, adelantó que el mandatario viene a presentar su Programa del Bienestar y a definir detalles sobre el mega proyecto del Tren Maya, cuyo trazo ha sido modificado.

López Obrador trae su propia agenda, como suele traer sus propios datos. No sabemos si está en contexto de lo que ocurre aquí y es prioritario más allá de lo que seguramente le ha sido informado.

Quizá sea conveniente que alguien lo ponga al tanto sobre la trastabillante y enrarecida descentralización de la Secretaría de Turismo (Sectur), que se supone pasó de las pomposas oficinas de Masarik, en la Ciudad de México hacia Chetumal, en donde a duras penas despacha un subsecretario y, acaso otro funcionario de la dependencia federal.

Lo anterior hace suponer que ninguna decisión turística importante se está tomando desde la capital del estado, ni se define ahí la política turística nacional, como se dijo que sucedería cuando se hizo el anuncio con bombo y platillo, ante la presencia del propio presidente.

También habrá que enterar a López Obrador, que las delegaciones federales se han vuelto un desastre, que funcionan por inercia, sin delegados, porque a la mayoría se les ha pedido su renuncia en este año o se fueron antes.

A seis meses del cambio de gobierno, el llamado “super delegado”, Arturo Abreu, no tiene definido aún el esquema de funcionamiento de las delegaciones; tampoco es su culpa; el funcionario es dependiente de lo que se decida a nivel central, como todos los servidores públicos, son dependientes de lo que decida el presidente.

Lo más que ha dicho Abreu, es que además de desaparecer varias delegaciones, otras más serán fusionadas o sectorizadas.

Una de ellas, será la Semarnat, que agrupará a la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp), a la Comisión Nacional Forestal (Conafor) y probablemente a la Comisión Nacional del Agua (Conagua) y a la Profepa, aunque quizá esta última se mantenga por separado, si logra sobrevivir, claro, porque está siendo desmantelada.

El tema, dijo Abreu, está en análisis, todavía, y las delegaciones “ahí van”, comentó.

Aunque ya conoce el tema, sería bueno enterar a López Obrador sobre la crisis que enfrentan pequeños hoteleros, aquejados por el recale masivo del sargazo. Los all inclusive y los hoteles grandes pueden darse el lujo de invertir en la contratación adicional de sargaceros -un empleo sólo existente en Quintana Roo- y de maquinaria para limpiar sus playas.

El problema es para los pequeños hoteles, los de plan Europeo, los que tienen pocos cuartos porque prefirieron conservar la selva y no alterar la duna ni la dinámica costera, pero pagan los mismos impuestos que los grandes hoteles; son los pequeños hoteleros que carecen de estímulos fiscales que los alienten, los que están planteando cerrar, ante la baja ocupación por el sargazo y por la inseguridad.

La violencia. Ojalá alguien entere al presidente que Mahahual está ahogado en sargazo, pero también es presa de la delincuencia organizada, que se ha dado vuelo despojando de terrenos a propietarios, a punta de pistola. Los empresarios han pedido auxilio a la autoridad estatal, pero el problema de los despojos se agrava ahí y persiste en la geografía del estado.

Ojalá… ojalá lo enteren de eso y de otras problemáticas igualmente agudas; ojalá actúe de inmediato, porque el paraíso se está desbaratando.

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