Por Patricia Santos
Porque la vida es lo más importante, hoy hablaré de los míticos tecolotes, búhos y lechuzas.
No son aves de mal agüero, ni de mala suerte, no anuncian la muerte; ni son espíritus, brujas, o nahuales, no practican magia negra y tampoco hipnotizan. Estas creencias sin fundamento han llevado a que búhos y lechuzas, sean temidos, odiados, acosados, perseguidos o incluso matados, por lo que sus su poblaciones naturales han sido disminuidas, con el consecuente desequilibrio poblacional de sus presas, principalmente roedores de campo, que pueden afectar cultivos y transmitir enfermedades.
Estas aves pertenecen al orden de los Estrigiformes. Caracterizados por una cabeza grande, con ojos muy desarrollados, en posición frontal y rodeados de un disco de plumas más o menos evidente, cara achatada, cuerpo corto, pico ganchudo, garras afiladas y de volar silencioso
Carecen de movilidad ocular, sólo pueden ver hacia el frente; por lo que las 12 vértebras de su cuello permiten girar su cabeza hasta 270°, sin morir. Una característica notable y atractiva que les permite ver para atrás, sin mover el resto del cuerpo.
La principal diferencia entre búho y lechuza, es que el búho tiene algunas plumas alzadas simulando orejas y cabeza redonda, las lechuzas en cambio no tienen esas plumas y generalmente la cabeza tiene forma de corazón. Por otro lado “tecolote”, que viene del náhuatl tecolotl, es el nombre común en México, y algunos países de Centroamérica y se aplica indistintamente a búhos o lechuzas.
Si vamos a creer en algún mito, mejor que sea como en la mitología Griega, en donde la diosa Atenea, maestra de la guerra táctica y la sabiduría, se acompañaba de una lechuza por ser considerada aves inteligente, sabia y justa.
Cuidemos de ellas.
Patricia Santos González comento para Radio Fórmula y les espera en nuestra siguiente cita
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