Por Adriana Varillas
En 2018 México cerró con 96.7 millones de turistas internacionales y una derrama de 22 mil 510 millones de dólares, generada por vacacionistas extranjeros, de internación, turistas fronterizos y pasajeros de cruceros.
Con base en las cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), la Secretaría de Turismo (Sectur), calcula que este año, la cifra, sólo de turistas internacionales, podría crecer de 41 millones a 43 millones, con una derrama de 23 mil 700 millones de dólares.
Pese a la violencia y la inseguridad que registra el grueso de las entidades federativas del país; pese al recale de sargazo que golpea al Caribe Mexicano, que agrupa a destinos líderes en turismo y derrama económica a nivel nacional; y pese a la campaña del gobierno del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, para boicotear a los centros vacacionales mexicanos, especialmente a Cancún y Riviera Maya, las cifras del sector registraron en la mayoría de los casos, un repunte de 5 a 7 puntos, respecto al 2017.
Aunque los números van a la alza, se advierte una desaceleración en el sector turístico, de acuerdo con el Panorama de la Actividad Turística en México, elaborado por el Centro de Investigación en Turismo de la Universidad Anáhuac y el Consejo Nacional Empresarial Turístico (CNET).
Del otro lado, el secretario de Turismo, Miguel Torruco Marqués, insiste en dibujar un panorama alentador en cuanto a la captación de turistas internacionales y el ingreso de divisas para este año, sin convencer a los empresarios turísticos.
El pesimismo de los turisteros no es gratuito, ni tiene que ver con fobias al presidente, Andrés Manuel López Obrador, ni con resistencias a la Cuarta Transformación, sino con una ecuación muy simple:
Decisiones erróneas, más acciones que van en contra de los objetivos -si es que existen- más la creencia, como en todo lo que salpica la actuación del nuevo gobierno, de que hay que acabar y borrar del mapa todo lo que registre irregularidades y huela a corrupción, en lugar de corregirlo, depurarlo y rescatarlo para que funcione como debió ser.
Al arrancar el 2019, el papel de México en ferias turísticas -como ANATO, en Colombia y la de Berlín, en Alemania- fue un desastre, de acuerdo con empresarios del turismo y autoridades del sector.
El proceso de desaparición del Consejo de Promoción Turística de México (CPTM) y el retiro de inversión pública para la promoción del país en el extranjero, se dejaron sentir, aunque Torruco Marqués lo negó en todos los foros públicos en que hizo acto de presencia.
Para calmar las aguas, la Sectur firmó un contrato con una empresa privada que se encargará de la participación de México en las ferias turísticas y Torruco ha dicho que habrá un nuevo esquema para promover los destinos turísticos del país. Sólo él sabe si existe o no ya el plan y la nueva figura, pero mientras damos pasos hacia atrás y sumamos factores adversos que comprometen la imagen al exterior, nuestros competidores sacan ventaja, avanzan sin piedad y le inyectan cada vez más recursos y más presencia a su promoción.
Recientemente, diputados de MORENA, del Partido del Trabajo y Encuentro Social, aprobaron el dictamen para extinguir definitivamente al Consejo de Promoción Turística de México.
Por si eso fuera poco, al mismo tiempo surgió la versión en la Ciudad de México, sobre la posible desaparición de la Sectur, al ser incorporada a la Secretaría de Economía o de Hacienda. Cierto o no, sería la cereza de un pastel que indigeste a la industria.
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