Por Hugo Martoccia
La confirmación de las listas de candidatos de todos los partidos para la elección del próximo 2 de junio, deja en claro que la operación política del gobernador Carlos Joaquín tiene como objetivo fundamental, no la elección del junio en sí, sino el armado de la próxima Legislatura.
O sea, existen pocas posibilidades de arrebatarle a MORENA y sus aliados del PT y Verde Ecologista mantenerse como la primera fuerza política del estado el 2 de junio. Pero sí se puede frenar ese impulso arrollador, y por otro lado intentar que esa fuerza electoral no se convierta en mayoría legislativa.
Por lo pronto, la alianza oficialista local mandó a alguno de sus principales alfiles políticos para que integren la próxima Legislatura. Ya sea por la vía de mayoría, primera minoría, o de lista plurinominal, el joaquinismo espera ver en el Congreso al diputado panista, Eduardo Martínez; la ex alcaldesa de Solidaridad, Cristina Torres; el ex funcionario estatal Pedro Pérez, y al priísta joaquinista Carlos Hernández.
También hay expectativas de que lleguen al Congreso otros aliados, como los diputados panistas Jesús Zetina y Eugenia Solis, así como Lily Campos, que es del núcleo duro del joaquinismo.
Con esos nombres, todos experimentados políticos y aliados muy firmes del gobernador, se espera poder controlar a MORENA, aún cuando el partido de Andrés Manuel López Obrador ganara la elección, y consiguiera, a priori, una mayoría de diputados.
¿Cuál es la razón para que el oficialismo tenga esta esperanza? Muy simple. MORENA tiene entre sus candidatos a personas que vienen de expresiones políticas muy diversas, que hacen casi imposible que funcionen como bloque. Además, la mayoría de ellos no tiene experiencia.
Por ejemplo, por un lado hay ex priistas como Edgar Gasca, Susana Hurtado o Ericka Castillo (esta dos aspirantes se pelean legalmente la candidatura del distrito 6) Euterpe Gutiérrez, o el candidato de Mara Lezama, que es Enrique Baños.
Ninguno de ellos sería realmente opositor.
Por otro lado hay morenistas de base como Reyna Duran, Alberto Batún, o Erick Sánchez, que no responden directamente a ningún grupo interno. Y hay otros candidatos que tienen cercanía política con el senador José Luis Pech o Marybel Villegas, lo cual los hace incompatibles entre sí.
Ni hablar, en ese caso, de sus aliados del Verde o el PT, de cuyos candidatos nadie puede asegurar que vayan a conformar un bloque opositor.
Ante esa circunstancia, la idea política de fondo parece ser la siguiente: dar por sentado que MORENA ganará el 2 de junio, por el arrastre de López Obrador y de la marca del partido, pero el día que realmente se arma la próxima Legislatura, que es cuando se reparten las comisiones, lograr que el morenismo no pueda superar su fragmentación interna, y que se quede al margen del poder.
Así, MORENA ganaría la elección, pero Carlos Joaquín conservaría el poder en la Legislatura, y, con ello, la gobernabilidad en la segunda parte de su sexenio.
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